Incluido en la revista Ocronos. Vol. VIII. N.º 1–Enero 2025. Pág. Inicial: Vol. VIII; N.º 1: 226
Ref.: Ocronos. 2025;8(1): 226
Autores:
Rebeca Forcén Cantin (TCAE)
Adela Revenga Julián (TCAE)
Carolina Martínez Heredia (TCAE)
Karima Fahil Hajbi (TCAE)
Ana Cristina Lou Moreno (Técnico auxiliar administrativo)
Rubén Yus González (Celador)
Categoría profesional: TCAE, celador, técnico auxiliar administrativo
Resumen
Si hemos de hablar de enfermedades extremadamente raras, seguramente la progeria de Hutchinson- Gilford (HGPS) sería una de las seleccionadas, capaz de provocar envejecimiento prematuro en niños. Es de tipo genético, en concreto originada por una mutación en el gen LMNA, aquel que codifica para la proteína lamina A. La mutación da lugar a una forma anómala de la proteína conocida como progerina, que altera la estructura nuclear de las células, provocando disfunciones en múltiples sistemas. Los niños afectados presentan pérdida de cabello, piel fina, baja estatura y enfermedades cardiovasculares, que suelen conducir a muerte temprana.
Palabras clave: Progeria, Hutchinson-Gilford, edad, envejecimiento prematuro, lamin A, progerina, enfermedades cardiovasculares, genética, proteína, gen LMNA.
Introducción
La progeria de Hutchinson-Gilford (HGPS) es una enfermedad genética rara con prevalencia estimada de 1 de cada 20 millones de personas cuya denominación proviene de los médicos ingleses Jonathan Hutchinson y Hastings Gilford, como primeros en describirla. Esta condición lleva a un envejecimiento acelerado que afecta de manera desproporcionada a los sistemas cardiovascular, musculo esquelético y cutáneo, mientras que otros órganos permanecen relativamente preservados.
La progeria no se hereda en la mayoría de los casos, ya que la mutación responsable ocurre de forma espontánea durante la concepción. Los niños con HGPS nacen aparentemente sanos, pero a partir de los primeros años de vida comienzan a manifestar signos de envejecimiento, como alopecia, retraso del crecimiento y rigidez articular. Esta enfermedad es extremadamente rara, y de ella se aprenden mecanismos del envejecimiento celular, contribuyendo al entendimiento de procesos biológicos fundamentales.
Aspectos genéticos y moleculares
Como hemos indicado, la causa de la progeria de Hutchinson-Gilford es una mutación puntual en el gen LMNA, localizado en el cromosoma 1, que es el que gen que codifica las proteínas lamina A y lamina C, componentes estructurales de la envoltura nuclear. La mutación más común en HGPS es una sustitución de citosina por timina en el exón 11 del gen LMNA, dando un sitio de corte alternativo durante el procesamiento del ARN mensajero y, como resultado, se produce una forma truncada de lámina A denominada progerina.
La progerina afecta la estabilidad del núcleo celular, provoca alteraciones en la organización cromosómica, disfunción en la reparación del ADN y estrés oxidativo. Todo en su conjunto contribuye al envejecimiento acelerado y al deterioro celular, con especial impacto en tejidos sometidos a estrés mecánico, como el endotelio vascular y la musculatura.
Diagnosticando la progeria
Los síntomas de la progeria suelen aparecer entre los seis meses y los dos años de edad; es cuando los padres notan que los niños afectados dejan de ganar peso y presentan rasgos faciales concretos como mandíbula pequeña, nariz prominente y ojos saltones. Con el tiempo, llegan la alopecia, la piel fina y arrugada, la pérdida de grasa subcutánea y las alteraciones en las extremidades, como dedos afilados. Por si fuera poco, desgraciadamente experimentan también rigidez articular, osteopenia y fracturas frecuentes.
La progresión de la enfermedad hace que haya complicaciones variadas, pero destacamos las cardiovasculares. La aterosclerosis prematura afecta a las arterias coronarias y cerebrales, aumentando con ello el riesgo de infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares antes de la adolescencia. Estas complicaciones suelen ser la causa de muerte, con una esperanza de vida promedio de 14 años.
La identificación de la mutación en el gen LMNA confirma la enfermedad. En las últimas décadas, el desarrollo de técnicas de secuenciación genética ha llevado a conseguir un diagnóstico más rápido y preciso, facilitando intervenciones tempranas y estudios de investigación.
Tras el diagnóstico, llega la terapia
El tratamiento de la progeria es sintomático y experimental, ya que no existe una cura definitiva y, por su rareza, numerosas incógnitas. Uno de los avances más destacados en la última década ha sido el desarrollo de inhibidores de farnesiltransferasa, como lonafarnib que reducen la farnesilación de la progerina, proceso que favorece su acumulación en la membrana nuclear. Los estudios clínicos han demostrado que el lonafarnib puede prolongar la vida de los pacientes y disminuir las complicaciones cardiovasculares.
Otras estrategias terapéuticas en investigación incluyen la corrección genética mediante edición genómica CRISPR/Cas9, con potencial de revertir la mutación en LMNA. Asimismo, se están evaluando terapias combinadas sobre el estrés oxidativo y la inflamación crónica, para mejorar la función celular.
El manejo clínico involucra a pediatras, cardiólogos, nutricionistas y fisioterapeutas. Las revisiones cardiológicas regulares detectan y tratan de manera temprana la aterosclerosis. Por otro lado, la fisioterapia mantiene la movilidad y prevenir la rigidez articular. No olvidemos tampoco el gran y necesario papel de los psicólogos.
Implicaciones en la investigación del envejecimiento
La progeria ha brindado una ventana única para estudiar los procesos celulares implicados en el envejecimiento. La acumulación de progerina y el daño estructural en el núcleo celular observados en HGPS comparten similitudes con los cambios que ocurren durante el envejecimiento normal. Estos hallazgos han estimulado el desarrollo de terapias dirigidas no solo para esta enfermedad, sino también para condiciones relacionadas con el envejecimiento en la población general.
Los avances en la investigación de HGPS ayudan a comprender la relación entre el envejecimiento celular, las enfermedades cardiovasculares y el deterioro funcional. Destacan la importancia de la reparación del ADN y la regulación del estrés oxidativo en la longevidad.
Conclusiones
Extremadamente rara, la progeria de Hutchinson-Gilford es una enfermedad genética que ilustra el impacto del envejecimiento prematuro en el cuerpo humano. Su origen en una mutación puntual del gen LMNA ha impulsado el avanzar en la comprensión de los mecanismos moleculares del envejecimiento, proporcionando lecciones valiosas tanto para esta patología como para el estudio del envejecimiento en general. Aunque los tratamientos actuales son limitados, los avances en terapias dirigidas, como los inhibidores de farnesiltransferasa y la edición genética, son propuestas de gran interés que empiezan a estar sobre la mesa.
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